La alegría de Akane causada por haber escuchado las voces se estaba apagando. No lograba distinguir nada, allí no había nadie.
- Sé que hay alguien ahí, ¡os he oído!
Akane escuchó un susurro pero no lo entendió. Nuevos susurros. Se dio la vuelta varias veces para pillar a los que susurraban pero no tuvo éxito. No muy lejos de allí se oyó un ruido, parecía una puerta abriéndose. Comenzó a sentir miedo y deseó no estar sola.
- Viene del otro lado.
Akane se giró hacia el lugar del que provenía la voz y vio a un hombre que la señalaba con un dedo.
- ¿No le ha dicha nadie que eso es de mala educación? – preguntó la chica con el tono de voz más valiente que pudo lograr.
- Un poco más de respeto niña. Soy el capitán Ruggero Navar.
- Me está usted poniendo nerviosa y …
- ¿Quién eres? ¿qué haces aquí? – preguntó el capitán Navar tajantemente.
Akane se presentó y contó lo ocurrido. El capitán la escuchó hasta el final sin interrumpirla.
- Tu mundo sigue existiendo, aunque desde aquí no puedas verlo.
- ¿Qué hago aquí? – estalló Akane sin poder contener las lágrimas -. Quiero irme.
- Y lo harás – aseguró el capitán -, pero no será fácil.
Akane no había visto cómo se habían acercado más personas, pero cuando se dio cuenta comenzó a retroceder hasta que Ruggero Navar la cogió de una mano.
- Si sales corriendo será peor. Te puedes perder.
Akane echaba de menos a Ambros, a sus amigas, a Alan. Aquello era demasiado fuerte para vivirlo sola.
- No la asustes – dijo una voz femenina -, nosotros estaremos aquí para siempre, pero tú debes volver, este no es tu sitio.
Un niño se agarró a la pierna de la mujer y ella le acarició el pelo con una mano.
- Estar aquí es tu destino – continuó la mujer -, por cierto ¿cómo te llamas?
- A… Akane.
- Yo me llamo Kadriya.
- Sé que hay alguien ahí, ¡os he oído!
Akane escuchó un susurro pero no lo entendió. Nuevos susurros. Se dio la vuelta varias veces para pillar a los que susurraban pero no tuvo éxito. No muy lejos de allí se oyó un ruido, parecía una puerta abriéndose. Comenzó a sentir miedo y deseó no estar sola.
- Viene del otro lado.
Akane se giró hacia el lugar del que provenía la voz y vio a un hombre que la señalaba con un dedo.
- ¿No le ha dicha nadie que eso es de mala educación? – preguntó la chica con el tono de voz más valiente que pudo lograr.
- Un poco más de respeto niña. Soy el capitán Ruggero Navar.
- Me está usted poniendo nerviosa y …
- ¿Quién eres? ¿qué haces aquí? – preguntó el capitán Navar tajantemente.
Akane se presentó y contó lo ocurrido. El capitán la escuchó hasta el final sin interrumpirla.
- Tu mundo sigue existiendo, aunque desde aquí no puedas verlo.
- ¿Qué hago aquí? – estalló Akane sin poder contener las lágrimas -. Quiero irme.
- Y lo harás – aseguró el capitán -, pero no será fácil.
Akane no había visto cómo se habían acercado más personas, pero cuando se dio cuenta comenzó a retroceder hasta que Ruggero Navar la cogió de una mano.
- Si sales corriendo será peor. Te puedes perder.
Akane echaba de menos a Ambros, a sus amigas, a Alan. Aquello era demasiado fuerte para vivirlo sola.
- No la asustes – dijo una voz femenina -, nosotros estaremos aquí para siempre, pero tú debes volver, este no es tu sitio.
Un niño se agarró a la pierna de la mujer y ella le acarició el pelo con una mano.
- Estar aquí es tu destino – continuó la mujer -, por cierto ¿cómo te llamas?
- A… Akane.
- Yo me llamo Kadriya.
2 comentarios:
Dios¡¡¡!!!!! Esto cada vez se pone mas interesante.
me esta gustando...
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