viernes, 19 de junio de 2009

CAPÍTULO 7: LOS TUTORES PERSONALES (10ª parte)

Las recuperaciones de Akane también fueron seguidas. Vera le pidió a Mya que la ayudase con vuelo porque si lo hacía ella sabía que terminarían como poco a escobazo limpio. Mya era más paciente que Vera y después de siete intentos consiguió que Akane despegase los pies del suelo más de diez metros sin marearse y caer de bruces. El director Kingsley las observaba desde su despacho y movía la cabeza de un lado a otro. No entendía cómo era posible que la hija de William McGregor no fuese capaz de volar teniendo en cuenta los antecedentes de excelentes voladores que había en el clan McGregor. El tío de William y tío abuelo de Akane, Alasdair McGregor, había estudiado con él y era famoso por las carreras que hacía en un bosque de secuoyas que había a pocos kilómetros de Faldon. Alasdair fue el único participante de aquellas carreras que no se hizo ni un rasguño y enseñó a su sobrino William a volar de la misma manera. Si William no estuviese muerto probablemente Akane no tendría estos problemas.

Harrison se sentó en la mesa de su despacho dándole vueltas a su encuentro con Nemis, el jefe de los centauros. Como grandes astrólogos preveían la proximidad de nuevas batallas con la oscuridad y estaban alerta. Habían divisado que cerca de la cueva de los lobos había movimiento pero cuando llegaban no había nadie, sólo veían huellas de cascos de caballos. Claris estaba prácticamente seguro de que se trataba de jinetes pálidos e hizo un trato con los centauros, mientras los centauros vigilaban desde el suelo, él y su familia lo harían desde lo alto de los árboles.

- ¡Ayyy! – se oyó en el exterior.

El director Kingsley se giró y al mirar por la ventana comprobó cómo Akane se había vuelto a caer y se frotaba la cabeza.

- ¡Me van a salir chichones! – le gritaba a Mya que reía por lo cómica que resultaba en esa situación.

- No te quejes tanto, todos nos hemos caído alguna vez – le contestó Mya.

- No sabes nadar, no sabes volar – dijo una voz a la espalada de Akane.

Akane se giró bruscamente dispuesta a insultar a quien había pronunciado esas palabras, pero al ver que era Alan Knightley se mordió la lengua recordando que si no hubiese sido por él, en estos momentos estaría en el fondo del lago.

- ¿Tú qué haces aquí?

- Me he acercado porque me llamaban la atención unos alaridos y cuando he visto que eras tú no he podido evitar la tentación de venir a reirme de ti un rato.

- Lárgate cíclope, tengo muchas cosas que hacer.

- Si te quedas con ella – empezó Mya – te lo agradezco, tengo que entrenar para los partidos de la semana que viene.

- Tranquila, la acompañaré dentro y me aseguraré que no rompa nada.

Akane lo miró furiosa.

- Déjame tranquila, tengo mucho que estudiar.

- ¿Ah sí? – preguntó curiosamente - ¿el qué?

- Transformaciones. Suspendí.

- Ah. Yo puedo ayudarte si quieres. Ayer transformé a Ben Foolish en un mapache.

- ¿Por qué?- preguntó sorprendida.

- Dijo algo sobre el hueco de mi ojo – y señaló el parche -. Estuvo toda la tarde lamiéndose las patas, y por la noche, después de devolverlo a su estado humano, seguía lamiéndose las manos.

- ¿Me enseñarás a hacer eso? – preguntó Akane mientras sonreía ante la perspectiva.

- Pues claro.

La clase particular de Transformaciones resultó más divertida que la de vuelo y lamentó que acabase cuando Mary, la delegada de Nidelty fue a buscarla para darle clases de Salud Ambiental.

- Claris me dijo que te ayudara – se explicó.

Akane se despidió de Alan y siguió a Mary, con un poco de suerte terminarían antes de comer y tendría la tarde libre ara vaguear.

3 comentarios:

Unknown dijo...

me encanta el tio abuelo de akane!!. que señor mas interesante...

Gema dijo...

Aqui hay tema¡¡¡!!!

Manuel dijo...

La verdad es que esta historia tiene un trabajo detrás espectacular, guau, plas plas plas. Fin del peloteo.

Y encima os ponéis clases de recuperación. Hmmm. No puede ser tan sencillo. Coincido con ahola. Aquí hay tema ¡¡¡!!!

Pd. Gracias. Ya me he leído todo faldon de un tirón -me ha dado tiempo a beberme dos copas de vino blanco fresquito (viña esmeralda )- y sino fuera porque tengo la cabeza como un bombo, podría decir que me he aclarado, más o menos. Al día que voy.