CAPÍTULO 21 (2ª parte)

Comenzó a soplar el viento por las Colinas Céfiras. El repugnante y molesto olor de la depravación comenzó a disiparse poco a poco. En lo alto de una de las colinas se encontraba Bud Lote que se estremeció al sentir la caricia del viento y apretó los dedos entorno a su espada. El viento aulló y lo atrapó. Era como si el viento se hubiera solidificado súbitamente y consiguiera apresarlo. El tiempo y el movimiento adquirieron un ritmo muy lento. El dolor se apoderó de su cuerpo, sintió cómo le atravesaba la piel.

Retrocedió tambaleante y se tocó el pecho esperando encontrar una herida. Allí no había ninguna herida, pero había dolor. Con un alarido retrocedió tambaleante hasta apoyarse en una roca. Aquello solo podía significar una cosa. Alguien se había adueñado de la espada de las Sombras. Un sudor frío le recorrió el cuerpo. Aquella espada era muy poderosa, su hoja no se rompía ni se mellaba y su filo siempre era cortante, además, desde otra dimensión podía acabar con él. Debía avisar cuanto antes a su señor Saumort.

Mientras bajaba la colina divisó a Hachan La Vey arengando a los Traun.

- ¡El día de la ascensión de nuestro amo está a nuestro alcance! El día de su Retorno se acerca…

Las palabras de La Vey se diluyeron, Lote no las oía, el viento que le heló la sangre minutos antes volvió a pasar a su lado, comenzó a solidificarse y apareció la figura de una joven. Lote la reconoció, era la chica de Faldon que los estentores habían enviado a la dimensión de la que él procedía. El aire volvió a ondear y en las manos de la chica se materializó la Espada de las Sombras.

- ¡Imposible! – exclamó asombrado.

Lote sabía que tenía un gran problema. Aquella espada era la única que podría conseguir dañarle. Debía acabar con aquella muchacha lo antes posible o sería él el que sufriría eternamente.