miércoles, 20 de octubre de 2010

Capitulo 21( 3ª Parte)

John Kafka apareció semidesnudo, sudoroso y casi sin aliento. La poca ropa que le quedaba estaba rota y apenas podía recuperar el aliento.

Eran las seis de la tarde y las clases habían terminado así que había tiempo de sobra para despejarse con alguna actividad y terminar de estudiar en la Biblioteca.

Nadine, Bridget y Vera se encontraban saliendo de la Casa Nidelty, justo en la Sala común cuando apareció John con los ojos muy abiertos.

- Ay mi madre, John!, que susto nos diste – Dijo Vera casi enfadada.
- ¿Que te ha pasado?...
- Ehh, yoo…yooo..viii…ven-veng. .. – apenas podía hablar.

- Ven, anda… siéntate un momento - Bridget en su estado natural de empatía intento calmarlo – Nadine trae un poco de agua, por favor.

Kafka bebió tranquilamente y abrigado con una manta comenzó a hablar.

- Chicas, ¿os acordáis de la clase de ayer de Metamorfosis Corporal?

- Claro, !ya lo creo! – contestó Nadine – tu transformación fué, sencillamente, brillante.

- Si, cierto – siguió Vera- gracias a ti, Nidelty tiene la nota más alta en Metamorfosis de todo Faldon Rest.

- Bien… - continuó John – pues después de clase, quise aprovechar y poner en práctica la transmutación por mi cuenta.

- ¿Y?... – Bridget ya intuía que aquel “entrenamiento” no había sido del todo bueno pero prefirió preguntar.

- Bueno, después de tres años metamorfoseándome en un lindo gatito y descubrir que de repente puedo transformarme en cualquier otro animal, con solo pensarlo, tenía que lanzarme a la aventura y …

- Venga, deja de enrollarte y ve al grano – interrumpió Vera – y ya de paso espero que nos expliques que pasó con tu ropa… ejem.

- Veréis… me transformé en un fabuloso guepardo, de pelaje suave y mirada feroz – John Kafka no tenia abuela ni lo siguiente – y decidí aprovechar el cielo despejado para correr colina arriba, fue una sensación increíble, corría y corría hasta que me di cuenta que me alejaba demasiado de Broke Hills. El sol estaba a punto de ponerse, me giré y apenas divisé a lo lejos la muralla.

Comencé a sentirme intranquilo pero parte de la naturaleza transmutada me animaba a seguir un rastro que acababa de descubrir. Mi hocico se abrió como dos aspiradoras y con el cuerpo rígido mis pasos se dirigieron a un destino fijo. Las antiguas Cefiras.

No llegué a las puertas de los laberintos, tropecé al trepar por unas rocas y al detenerme para lamer la herida, levanté la cabeza y me di cuenta de donde estaba y de lo más importante ...– John aprovechó para beber agua.

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